martes, septiembre 26, 2006

El “PEJISMO”, DEMAGOGIA ESQUIZOFRÉNICA

Por Carlos Rodrigo F. Sáenz.


En un sexenio que se ha caracterizado por lo fatuo y lo bizarro, donde el dislate pasó a formar parte de las más altas investiduras, y el embrutecimiento, vía lo irracional como verdad absoluta, se usó como pretexto y justificación a la voracidad por el poder, es que vino a destacar lo que podríamos llamar “la perla del foxismo”. Si, AMLO es el producto más representativo de esta gestión presidencial.

El “Pejenstein” tratando desde su primera oportunidad de destruir a su creador, pues desea ocupar su lugar. Ahora, ya enloquecido por su febril avidez de poder y notoriedad, descubre que su creador se irá y ya no le representará más beneficio que el convertirse en otro de sus fetiches “innombrables”. La megalomanía también lo distingue, ya no quiere adversarios humanos; ya no es humano, es un ser que en sus orgías mentales se gesta a si mismo como todo: él es el pueblo y la voluntad popular, él es todas las instituciones, él es la democracia, la esperanza y todo lo bueno… y si se topa con Cristo le dirá copión. Y claro, lo demás solo son dos cosas, sus seguidores (que los declara “inteligentes y patriotas”) y sus detractores, que son de la peor calaña, y hasta intelectuales alcahuetes por supuesto.

Ya logró ser nombrado “presidente”, mediante una dizque convención, usando preguntas como las siguientes: “¿Estás de acuerdo en rechazar la República simulada y en declarar la abolición del régimen de corrupción y privilegios?” O “En su caso, ¿estás de acuerdo en que Andrés Manuel López Obrador integre un gabinete y recabe fondos propios?”

Resulta irónico que la primera pregunta, de conseguir su objetivo, le impediría a AMLO ejecutar lo que trata de conseguir con la segunda.
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Y pregunta el payasito: “¿tienen hambre niñitos, quieren pastéeeeeel?” Y los chiquitines, en su inocencia y de acuerdo a su capacidad responden: ¡Siíiííííííí! Y los niñitos creen que el payaso es el dueño del pastel, que es noble y generoso porque además de entretenerlos con sus idioteces, los alimenta. Lo que no saben todavía es que al payaso lo contrataron y está para servirles, no para servirse de ellos obscenamente, y que el pastel costo caro y él no puso ni un quinto. Toda una tragedia será cuando el payaso se crea el dueño del pastel, que es el agasajado en la fiesta, que los niñitos deben ser sus incondicionales adeptos y contestar en coro “síííííi” a todas sus bobadas.
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El resultado de la congénita mala educación popular, aunada a la eterna apatía por sacar adelante al país mediante trabajo, honestidad y calidad, hace que la inmensa mayoría de los que en la pomposa y ramplona convención, hayan querido definir el rumbo del país, aprobando 12 puntos en tiempo record de 28 minutos, incluyendo una elección presidencial y el otorgamiento de poderes absolutos. Sin saber jamás lo que son las preguntas con respuesta inducida.

Además de Hitler, y de Abdalá Bucarám y otros demagogos esquizoides, AMLO se gana el reconocimiento por su habilidad de manipular, de convencer a sus adeptos a que, apoyando sus intereses mezquinos, crean que están haciendo algo bueno.

El foxismo parió un monstruo. ¡El foxismo ha muerto, viva el pejismo!

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