martes, septiembre 26, 2006

Comentario a "El pejismo, demagogia esquizofrénica"

Por Miriam Badillo


En primer lugar debo decir que el orden en que aparecen las colaboraciones en este espacio se debe a que son publicados tal como me van llegando. Así que el artículo que me gustaría comentar aparece abajo. Seré breve y directa, no comparto, en general, las opiniones que Carlos nos plantea respecto a lo que ha ocurrido en los últimos meses en el país y más intensamente en la ciudad de México. Me parece que el exceso nubla la visión cuando se trata de comprender fenómenos sociales. Entiendo que sus referencias son más bien una diatriba respecto al tema amplio del poder y sus vicios y corrupciones que finalmente es lo que define y marca el origen y la acción de la mayoría de los políticos profesionales. Yo no niego esta condición y esa realidad, sin embargo rechazo completamente que Carlos extienda su feroz crítica hacia la gente que participa con honestidad y con conciencia en lo que denominan la resistencia civil, es decir que creo que muchos de quienes participan de este movimiento (no hablo de la cúpulas) son también gente que trabaja cotidianamente por el país y sobre todo que no son niños pidiendo pastel y creer esto es un terrible error de apreciación que a muchos políticos les ha costado caro en su momento. No se puede subestimar y simplificar de esa manera la voluntad de la gente.
Por lo demás si comparto con Carlos su crítica más fructifera en cuanto a la forma poco convincente en que se ha manejado la Convención y la forma de conducirse por parte de quienes la dirigen que por un lado alardean con la resistencia y la destrucción de instituciones y por el otro siguen completamente asimilados a esas instituciones y de ningún modo piensan arriesgar los puestos obtenidos.
En cuanto a la opinión que Carlos tiene de la personalidad de Andrés Manuel López Obrador creo, una vez más, que el exceso de su juicio enturbia completamente la posibilidad de una visión de mayor profucndidad y fertilidad.
Les recomiendo la lectura de un artículo de la Jornada, aquí el link.
http://www.jornada.unam.mx/2006/09/15/016a1pol.php

El “PEJISMO”, DEMAGOGIA ESQUIZOFRÉNICA

Por Carlos Rodrigo F. Sáenz.


En un sexenio que se ha caracterizado por lo fatuo y lo bizarro, donde el dislate pasó a formar parte de las más altas investiduras, y el embrutecimiento, vía lo irracional como verdad absoluta, se usó como pretexto y justificación a la voracidad por el poder, es que vino a destacar lo que podríamos llamar “la perla del foxismo”. Si, AMLO es el producto más representativo de esta gestión presidencial.

El “Pejenstein” tratando desde su primera oportunidad de destruir a su creador, pues desea ocupar su lugar. Ahora, ya enloquecido por su febril avidez de poder y notoriedad, descubre que su creador se irá y ya no le representará más beneficio que el convertirse en otro de sus fetiches “innombrables”. La megalomanía también lo distingue, ya no quiere adversarios humanos; ya no es humano, es un ser que en sus orgías mentales se gesta a si mismo como todo: él es el pueblo y la voluntad popular, él es todas las instituciones, él es la democracia, la esperanza y todo lo bueno… y si se topa con Cristo le dirá copión. Y claro, lo demás solo son dos cosas, sus seguidores (que los declara “inteligentes y patriotas”) y sus detractores, que son de la peor calaña, y hasta intelectuales alcahuetes por supuesto.

Ya logró ser nombrado “presidente”, mediante una dizque convención, usando preguntas como las siguientes: “¿Estás de acuerdo en rechazar la República simulada y en declarar la abolición del régimen de corrupción y privilegios?” O “En su caso, ¿estás de acuerdo en que Andrés Manuel López Obrador integre un gabinete y recabe fondos propios?”

Resulta irónico que la primera pregunta, de conseguir su objetivo, le impediría a AMLO ejecutar lo que trata de conseguir con la segunda.
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Y pregunta el payasito: “¿tienen hambre niñitos, quieren pastéeeeeel?” Y los chiquitines, en su inocencia y de acuerdo a su capacidad responden: ¡Siíiííííííí! Y los niñitos creen que el payaso es el dueño del pastel, que es noble y generoso porque además de entretenerlos con sus idioteces, los alimenta. Lo que no saben todavía es que al payaso lo contrataron y está para servirles, no para servirse de ellos obscenamente, y que el pastel costo caro y él no puso ni un quinto. Toda una tragedia será cuando el payaso se crea el dueño del pastel, que es el agasajado en la fiesta, que los niñitos deben ser sus incondicionales adeptos y contestar en coro “síííííi” a todas sus bobadas.
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El resultado de la congénita mala educación popular, aunada a la eterna apatía por sacar adelante al país mediante trabajo, honestidad y calidad, hace que la inmensa mayoría de los que en la pomposa y ramplona convención, hayan querido definir el rumbo del país, aprobando 12 puntos en tiempo record de 28 minutos, incluyendo una elección presidencial y el otorgamiento de poderes absolutos. Sin saber jamás lo que son las preguntas con respuesta inducida.

Además de Hitler, y de Abdalá Bucarám y otros demagogos esquizoides, AMLO se gana el reconocimiento por su habilidad de manipular, de convencer a sus adeptos a que, apoyando sus intereses mezquinos, crean que están haciendo algo bueno.

El foxismo parió un monstruo. ¡El foxismo ha muerto, viva el pejismo!

martes, septiembre 12, 2006

De ciertos espíritus melancólicos y fantasmales

Texto y foto por Miriam Badillo

El problema con las almas de naturaleza melancólica es que nunca estamos completamente convencidos de nada y eso nos hace sentir culpables, incompletos. Vamos por ahí atormentados y angustiados a causa de ese extraño sentimiento: el no estar del todo. Estamos convencidos de cosas más bien etéreas, fantásticas, nocturnas, de bellezas lunares o solares. Vamos por todas partes de una manera un poco distraída, casi siempre ingenua. Creemos todavía en cronopios, todavía, todavía, todavía. Pero nos decimos constantemente que eso no sirve para nada, que tal vez solo sea cobardía, una forma de escapar de las cosas que nos hacen daño y las cuales no sabemos como enfrentar y cambiar y entonces entramos en viciosos círculos interminables, necios, bizantinos. Situarnos un poco a un costado de la vida, en un paralelo que no carece de verdad pero que no termina de ser lo que se necesita.
Queremos cambiar las cosas horribles de la vida, nunca dejamos de sentirnos abrumados por ello, pero la sustancia azul nos recorre, nos melancoliza, nos atrapa. No sabemos nunca bien como conducirnos y vienen los famas cuya mayor virtud es la voluntad de hacer y nos atropellan y entonces nos decimos: ¡vamos cronopios, fuerza!, a cada instante nos repetimos que estamos del lado de la belleza y del amor, que debemos seguir así a cualquier precio y rehusar la violencia gratuita e íntima que se cuela por todas partes (y digo violencia, no lucha o defensa).
¿Herederos de almas simbolistas, románticas, surrealistas? Yo que sé, si se dice de ese modo todo pierde un poco de sentido y esos ancestros maravillosos parecen solo recuerdos de viejas fotos y yo no creo eso, no lo creo. Para mi su sangre fluye caliente por todos los caminos.


ES UNA LÁSTIMA QUE LAS FOTOS QUE TOMAMOS EN NUESTROS SUEÑOS NO LAS PODAMOS GUARDAR.



Por Carlos Rodrigo F. Sáenz



Pasamos la tercera parte de nuestra vida dormidos. No se cuánto en realidad sea lo que otorguemos al sueño. Ya Shakespeare lo escribió: “estamos hechos de la misma materia que los sueños”.

Incontables las metáforas que en la vida conciente hacemos con lo onírico. Fantaso, Fobetor y Morfeo son las advocaciones de cada tipo de sueño que tenemos, según los griegos y los romanos; pero actualmente a nuestro mundo dormido han entrado nuevos dioses reguladores, dadores quizá, de nuevos sueños.

Los sueños son una vida aparte. Son una realidad tan intensa que nuestro cerebro nos tiene que proteger de ellos, bloqueando nuestra actividad física mientras dormimos.

Soñar es un misterio común. Pero ya lo dijo Jules Verne, “no hay nada que un hombre pueda soñar, que otro no pueda realizar”. “La vida es sueño”, respondería Calderón de la Barca. En fin, los sueños son una parte mítica en nuestra vigilia, pero una realidad tajante cuando aparecen.

Soñamos de todo, comúnmente recordamos las imágenes. Hay veces que despertamos con una melancólica nostalgia por no poder traer nuestros sueños con nosotros. Sentimos que perdemos algo valioso… aunque de alguna manera, que esto pase nos enseña (y nos recuerda) que lo inmaterial también tiene su importancia en nuestra vida.

Quienes creamos imágenes soñamos despiertos, y somos capaces de inventar y de compartir otras realidades. Incluso haciendo una sencilla fotografía, de esas que no tienen más pretensión que la de capturar ese algo mágico en un momento, que cuando lo percibimos concientemente no dejamos de intuir el alma, tan misteriosa y etérea como un sueño, y que quizá fatalistamente la limitamos a una imagen que, quieta o no, inquieta.


Somos soñadores y lo soñado. Nos sueñan. Soñamos. El verbo se hace imagen.

lunes, septiembre 04, 2006

ROSARIO TIJERAS


Por Amanda Miranda


En cartelera, ésta semana en Paris. Tuve la oportunidad de verla. La protagonista es una joven que creció en una de las comunas de Medellin. Ciudad bastante famosa gracias al cartel que lleva su mismo nombre y evidentemente a Pablo Escobar. La historia se situa en el año de 1989. Época marcada por la violencia causada por la guerra declarada del cartel contra el gobierno colombiano. Época de los sicarios, jovenes habitantes de las comunas, las zonas perifericas de la ciudad en donde la pobreza y la necesidad son el pan diario de cada dia.
Rosario, es una joven sicaria. Un oficio que desempeña eficazmente. Tras esta imagen de mujer fatal que se sirve de sus encantos femeninos para manipular a los hombres y aproximarse a sus víctimas se descubre a la niña ultrajada y sin amor. Un padrastro que abusa de la inocencia de la niña, una madre que la repudia, y un hermano que la forma en el amor y el trabajo de matar. Tales son los elementos que nos muestran el contexto de un sicario a sueldo.
Colombia es un pais famoso no por su café, ni por su gente trabajadora sino por la droga y la violencia. Esta película lo confirma. A diferencia de las otras miles de películas que hablan del mismo tema, en esta se puede descubrir el fondo del problema. Es asi como se puede decir que la violencia es producto de una crisis social enorme en donde el odio, la necesidad, el abandono del estado y la inexistencia de oportunidades no pueden que generar mas que violencia.
Es un mensaje claro, que se transmite por medio de escenas fuertes que desafortunadamente en la película se mezclan con la ficcion.
Por otro lado, me harta que la historia de mi pais se reduzca a una década dura de nuestra historia que nos dejó numerosos muertos, y recuerdos tristes. Pero sobretodo me indignan las denuncias de este tipo porque no veo de que manera pueden aportar a la evolución de un país como Colombia que trata de surgir. El turismo podría ser una via de desarrollo para la economía. Pero Colombia es un país a donde nadie quiere venir porque yo en el lugar de un francés que va al cine en Paris y que pasa dos horas frente a la pantallas viendo gente que se droga, que mata y que en suma se comporta como un salvaje enfurecido, no tendría ni el minimo interés de ver siquiera en el mapa donde se encuentra ese país de violencia. Es tan solo mi punto de vista, una colombiana que vive lejos de su tierra desde hace tres años. No hay que olvidar que olvidar que la perspectiva cambia en función del lugar en donde se situé el espectador.

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