lunes, noviembre 09, 2009



Bastardos sin gloria
Por
Darío Basavilbaso


Llegué al cine con la intención de ser un crítico objetivo de esta última película de Quentin Tarantino (Tennessee 1963) y en un principio creí que lo estaba logrando, pero de a poco mis débiles esquemas se fueron derrumbando y terminé rindiéndole pleitesía al guionista de Asesinos por Naturaleza. Explico por qué.

Tarantino ha dado muestras de una amplísima formación cinematográfica, su historia personal lo señala como un arduo y tenaz cinéfilo. Sin embargo, sus virtudes no son relativas únicamente al séptimo arte, desde la primera secuencia, especie de preludio al desarrollo de la trama, el autor logra dos magníficos aciertos; el primero generar una tensión prolongada (de más de quince minutos) entre el personaje antagonista y un simple aldeano francés.
Esta introducción propone una línea dialogal bastante singular que consiste es combinar el idioma inglés, el francés y el alemán. Fundamentos que pueden parecer básicos en cualquier historia intercontinental pero recurso muy poco usual de las producciones norteamericanas. –Recordemos que han existido jesucristos que sólo hablan en inglés, lo mismo troyanos, romanos, nazis, fascistas y hasta zapatas.

La trama, dividida capitularmente, presenta a un grupo de soldados antinazis cuya misión es eliminar con toda la saña posible a estos militares, el jefe de la banda es Aldo el Apache, caracterizado por Brad Pitt, un líder ligeramente caricaturizado por la influencia de los míticos sargentos norteamericanos de las antiguas producciones bélicas tanto de cine como de televisión.

Por otro lado, el grupo de militares está conformado por personajes atípicos, como “el oso judío” (Eli Roth) que utiliza un bat de beisbol para matar a los soldados y “Hugo Stiglitz” (Til Schweiger) un alemán mata-nazis.

La historia que desarrolla Tarantino se conoce como el subgénero de la ucronía dentro de la ciencia ficción y representa un desarrollo histórico alternativo a los acontecimientos reales. Algunos ejemplos de este subgénero lo encontramos en obras literarias de Vladimir Nabokov y John Updike.

En Bastardos sin Gloria vemos a un iracundo y semicómico Hitler que se exaspera por la fuerza que van tomando los aliados y el grupo comandado por Aldo el Apache. La película logra su formidable equilibrio gracias a la presencia de Hans Landa, personaje alemán conocido por el sobrenombre de Cazador de Judíos, interpretado por Cristoph Waltz, e inspirado en el tristemente célebre Reinhard Heydrich.
La historia presenta dos líneas de una conspiración que en un momento se unen y presentan una conclusión infinitesimalmente pronosticable. La venganza es el leitmotiv de esta película, como de muchas otras de Tarantino, la venganza como un arte casi matemático.



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