jueves, agosto 02, 2012

Olímpicos

Por Miriam Badillo


Lo que me tiene fascinada frente a la pantalla (transmisiones permanentes) observando las competencias olímpicas es la belleza. La belleza tejida en la búsqueda de la perfección, del franqueo de los propios límites, el triunfo de la disciplina, del deseo, de las ganas de crearse a sí mismo. Desde luego, mi visión se refiere exclusivamente a lo particular, a los competidores, a los atletas, a su trayectoria íntima. Desconozco el lado oscuro y no me ocupo aquí de ello. Lo que veo es gente que trabaja con su cuerpo, con su mente, con su alma. Gente que se exige más allá, siempre más allá de lo que hacemos las mayorías. Veo gente que goza del placer de usar al máximo sus cuerpos, que explora todas las maravillosas posibilidades y perfección de esos músculos, de esa piel, de esa sangre. Todo ello me parece hermoso y deseable. El arte, la ciencia, el deporte, bellas cosas humanas, bellas creaciones humanas. Repito, no hablo aquí de las penumbras...sólo de las luces.        

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