jueves, agosto 02, 2007

Palabras


Por Miriam Badillo

No soy la primera que se pregunta sobre la naturaleza de las palabras. Desde luego muchos otros lo han hecho y lo hacen de manera profunda, seria, erudita. Yo a lo único que aspiro, por ahora, es a indagar brevemente en mi propia percepción y compartirla aquí con quien así lo quiera.
La palabra escrita es la materia prima de una de mis máximas pasiones: la literatura. Conocerlas, hilarlas, tejer con ellas el mundo de los pensamientos que se niegan a permanecer pensamiento. Es decir, la palabra corporizada es un vehículo para materializar la palabra que podría permanecer silenciosa y oscura dentro de nuestras mentes y corazones. Entonces hablamos o escribimos porque queremos comunicar. Decimos cosas que producen un efecto en los otros, un efecto y una respuesta. Sin embargo la palabra en sí misma no es una acción en un sentido estricto, en todo caso es el fantasma de una acción, el fantasma de un movimiento, la palabra permanece etérea aunque se materialice con la voz o con la tinta. Las palabras son hermosas, deliciosas, liberadoras pero ¿las palabras son realidad? ¿podemos vivir en ellas solamente? ¿podemos prescindir de los actos concretos a cambio de un hermoso ramo de palabras? Probablemente podría responder que no, que no basta. Sin embargo, no lo puedo evitar, sigo creyendo en las palabras y su entraña hecha de verdad. ¿Quién no ha vivido temporadas enteras abrevando viciosamente en el manantial, el torrente de frases dichas por alguien en algún momento de la vida?¿palabras de odio? ¿palabras de esperanza? ¿palabras de amistad? ¿palabras de amor? ¿palabras,palabras?

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