miércoles, junio 23, 2010

Preguntas

Por Miriam Badillo



¿Por qué debo abandonar objetos, artefactos que son útiles, sirven y están en perfectas condiciones y, aún más, que me gustan?
Pienso en las cámaras fotográficas mecánicas o semiautomáticas. Los principios son los mismos, el registro de la imagen es diferente. Me pregunto: ¿hay alguien que use todas las funciones que involucra una cámara digital y que cambian o aumentan cada año? ¿Para qué sirven realmente? ¿En qué superan a mi cámara mecánica de medio formato, por ejemplo? No me niego a la tecnología digital, pero ¿por qué debo estar obligada a usarla, por qué estoy obligada a desechar una máquina útil y una película cuya calidad de imagen no ha disminuido ni un poquito? ¿Por qué? ¿Por la gran memoria, por lo práctico? La cantidad, entonces y no la calidad. Tal vez, pero no acepto la obligatoriedad de lo digital para todos los ámbitos de la fotografía. Para el fotoperiodismo, para las fotos de fiestas, de eventos deportivos, muy bien, una bendición. Pero si quiero seguir usando también mis maquinas fotográficas, ¿por qué no puedo? Por otro lado, si no se sabe medir la luz, todas las funciones de cualquier cámara (digital o no) quedan anuladas, si no se sabe encuadrar, si no hay sensibilidad, ojo, o cuidado, no hay nada. Hansel Adams hablaba de previsualizar, no había que disparar locamente para ver qué sale, se sabía lo que se estaba haciendo con los principios básicos que no han cambiado: medir la luz, diafragmas, velocidades, enfoque, profundidad de campo, encuadre y luego saber revelar y saber imprimir. Si uno carece de esas bases sólo trasladará su ignorancia de mecánica a digital. La gente olvida que las fotos las hace el fotógrafo, no la cámara (mecánica, digital o lo que sea). Además a mi lo que me interesa es tomar fotos no especializarme en dispositivos y funciones que nunca hicieron falta y que no garantizan que las fotos sean buenas, eso sólo lo garantiza quien sabe lo que hace.
Desde luego, de los trucos y opciones a nivel imágen que ofrece el photoshop y otros programas no hablo, ahí sí, cada quien. Respeto a quien lo vea como una nueva forma de expresión, es sólo que a mí eso no me conmueve. Cuestión de gustos.


¿Por qué los hombres aman a las cabronas?
Por imbéciles. Sí a un hombre le gusta que lo traten mal, que le mientan, que se desplieguen estrategias con frialdad para “atraparlo”, con tanta antelación, como si se tratara de un ser tan predecible, tan ingenuo, carente de personalidad y necesidades propias, entonces no es un hombre que tenga ningún interés, ninguna profundidad y ninguna complejidad. Si por el contrario un hombre pide respeto y algo de honestidad de parte de alguien que se muestre espontáneo y que lo considere un ser pensante y complejo, único, al que hay que tratar de un modo particular, entonces ese es un hombre que merece la pena de conocer. Pero el éxito de esta clase de papeles engrapados nos habla de la poca densidad que esta sociedad presume.


¿Por qué no anotamos nuestros propios goles?
Me alegra que los futbolistas que forman parte de la selección mexicana ganen sus partidos. Me alegra por ellos, no por mí, ni por México. Me alegraría si sus triunfos inspiraran a la gente para que saliera a anotar sus propios goles y no se contentara con celebrar triunfos ajenos que los nacionalismos (alentados por los mercaderes) nos venden como propios. Sí, me entretienen, como toda competencia que exhibe (en el mejor de los casos) cualidades, disciplinas, convicciones de personas que luchan y, eso es todo (que tampoco es poco cuando hablamos de la esencia del deporte en serio y profundo). La selección no me representa ni suelda las desgarraduras de este país. Me gusta el futbol como lo que es y no como los anunciadores y la televisión dice que es. Ni más ni menos.

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