martes, noviembre 17, 2015

El Principito, la película

Por Miriam Badillo

Desde el año pasado empecé a tener noticias de esta película, ahora que por fin se estrenó debo confesar que sentí algo de temor, tenía la sensación de que podría decepcionarme con mucha facilidad. Las escenas que vi como anticipo me indicaron que no se trataba de una representación exacta del texto de Saint-Exupéry, eso me provocó aún más curiosidad y expectativa, ¿qué habrán hecho con este hermoso libro? ¿cómo abordaron una historia que tanta gente ama? me preguntaba. Con todo esto en mi cabeza fui al cine el día del estreno y vi la versión en francés. No me decepcionó. La película inicia con toda la fuerza del texto y sus imágenes, con eso tuve para introducirme por completo en la pantalla. La historia paralela trata de interpretar (enmarcar si se quiere) el texto y dar lecciones algo obvias a partir de él. Para muchos se trata de meros lugares comunes que hemos visto muchas otras veces: una vida automatizada, desprovista de brillo, la vida gris de los adultos que sólo piensan en cumplir con obligaciones y se olvidan de vivir con imaginación y espontaneidad, que confunden lo que es esencial con lo que no lo es, que olvidan... Todo esto puede ser un lugar común cuando lo vemos cada año en muchas películas de Hollywood, sin embargo, cuando proviene directamente de El Principito, no es lugar común, es una verdad profunda, hermosa y conmovedora, ese es el gran acierto de la película y son las partes que más hondamente me llegaron. Esas partes tomadas con exactitud del texto de Saint-Exupéry son tan poderosas que bastan para colmar (incluso desbordar) la película y hacerla inolvidable. Eso es lo que hace la gran literatura. La historia paralela no trata de competir de ninguna manera con El Principito, simplemente quiere rendirle un homenaje, más o menos logrado, pero homenaje al fin y se agradece. Creo que otra gran virtud de esta cinta es que quien no haya leído el libro querrá hacerlo. Me encantó el personaje del aviador, un guiño muy bello hacia el autor, al piloto que se perdió en la inmensidad y con el que podemos rencontrarnos, no sin algo de melancolía. 

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El cine es un arte y la literatura otro y cuando se hacen bien no queda otra cosa que disfrutarlos. Buena reseña.
 
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