martes, septiembre 12, 2006

De ciertos espíritus melancólicos y fantasmales

Texto y foto por Miriam Badillo

El problema con las almas de naturaleza melancólica es que nunca estamos completamente convencidos de nada y eso nos hace sentir culpables, incompletos. Vamos por ahí atormentados y angustiados a causa de ese extraño sentimiento: el no estar del todo. Estamos convencidos de cosas más bien etéreas, fantásticas, nocturnas, de bellezas lunares o solares. Vamos por todas partes de una manera un poco distraída, casi siempre ingenua. Creemos todavía en cronopios, todavía, todavía, todavía. Pero nos decimos constantemente que eso no sirve para nada, que tal vez solo sea cobardía, una forma de escapar de las cosas que nos hacen daño y las cuales no sabemos como enfrentar y cambiar y entonces entramos en viciosos círculos interminables, necios, bizantinos. Situarnos un poco a un costado de la vida, en un paralelo que no carece de verdad pero que no termina de ser lo que se necesita.
Queremos cambiar las cosas horribles de la vida, nunca dejamos de sentirnos abrumados por ello, pero la sustancia azul nos recorre, nos melancoliza, nos atrapa. No sabemos nunca bien como conducirnos y vienen los famas cuya mayor virtud es la voluntad de hacer y nos atropellan y entonces nos decimos: ¡vamos cronopios, fuerza!, a cada instante nos repetimos que estamos del lado de la belleza y del amor, que debemos seguir así a cualquier precio y rehusar la violencia gratuita e íntima que se cuela por todas partes (y digo violencia, no lucha o defensa).
¿Herederos de almas simbolistas, románticas, surrealistas? Yo que sé, si se dice de ese modo todo pierde un poco de sentido y esos ancestros maravillosos parecen solo recuerdos de viejas fotos y yo no creo eso, no lo creo. Para mi su sangre fluye caliente por todos los caminos.

Comments:
Tu fotografía evoca al fantasma de ojos grandes que tu alma guarda y al leerte siento una paz enorme de reconocer la existencia de esa materia azul que algunos seres poseen y que es para mí lugar conocido, como cuando se camina por la propia casa con entera libertad porque todo resulta familiar, acogedor, cálido, amoroso.

Alguna vez leí unas palabras extrañas, algo así como que los sueños, la melancolía y la sensibilidad volvía a las personas en seres anormales, vulnerables a ser avasallados por la cotidianeidad y pragmatismo de la vida y a veces verdaderamente parece que la vorágine de la vida no es para los seres de halo azul, quizá se trata de una combinación matemáticamente calculada que determina el perfecto orden en el universo entre las almas de naturaleza melancólica y las que no lo son, o como tu dices, que se yo, las otras almas cualesquiera que estas sean.
 
Se cuenta que podemos encontrar almas distintas en su naturaleza, las hay puramente artísticas, las hay divertidas, las hay frívolas, las hay de naturaleza melancólica. Sí, almas de naturaleza melancólica.

Si prestamos atención, con un poco de práctica y sentido se les puede identificar y distinguir con cierta facilidad de entre imitaciones, porque eso sí, también se cuenta con almas sin identidad. Aquellas almas de naturaleza melancólica parecieran marcadas desde antes de su existencia, dan la impresión de haber sido extraídas de otra parte. Y he –posiblemente- ahí la naturaleza de su melancolía, añorando, extrañando, sabiendo en alguna parte de sí la existencia de otro lugar, de su lugar. Esta sensación no conciente de saberse extraño en cualquier lugar. Reconocerse en la mirada de otro igual, en su letras, sus imágenes, sus palabras. Vislumbrar ante el espejo la angustia y desesperación que en ciertos momentos crecen cuando hacemos cnciente la idea no sabernos de aquì, vagamente presentirnos de otro lugar.


Casiopea.

Como una gota fui de la marea
la playa me hizo grano de la arena.

Fui punto en multitud por donde fui
nadie me detectó y así aprendí.

Cuando creí colmada la tarea
volví mi corazón a Casiopea.

Cumplí celosamente nuestro plan:
por un millón de años esperar.

Hoy llevo el doble dando coordenadas
pero nadie contesta mi llamada.

¿Qué puede haber pasado a mi señal?
¿Será que me he quedado sin hogar?.

Hoy sobrevivo apenas a mi suerte
lejano de mi estrella, de mi gente.

El trance me ha mostrado otra lección:
el mundo propio siempre es el mejor.

Me voy debilitando lentamente
Quizás ya no sea yo cuando me encuentren.


Silvio Rodrìguez


Escucha la canción, es hermosa, y muy ad hoc con esto de las naturalezas diferentes. Pero escúchala.
 
Las almas de naturaleza melancólica (a las cuales me gusta denominar seres inconformes, conscientes, buscadores de verdad) se hallan siempre cobijadas bajo sentimientos de angustia que a primera vista pudieran parecer negativos pero que conforme avanza el tiempo y se vive con ellos se vuelven consuelo, de no ser como todos, de no pensar como todos, de ver el mundo con diferentes prismas.

Bien lo expresa Kierkegaard "la angustia abre la posibilidad a que el hombre se salve o se condene a si mismo" de lo cual deduzco que si no fueramos seres
Atormentados, taciturnos, problemáticos en nuestra propia existencia no habría posibilidad de salvar el abismo.

Podemos imaginar Macondos, tierras medias, unicornios ó Ka-tet ó bajar los brazos y afrontar la supuesta realidad sin ninguna armadura que nos proteja del absurdo de la vida, son dos caminos que al final pareciera llevan al mismo destino.

En mi caso no es la sustancia azul de la que huyo, mas bien es de los hombres grises que visten de bombin y traje color gris con su portafolio y sus calculadoras grises que buscan robar mi tiempo y a diferencia de los cronopios prefiero seguir creyendo en algun dia encontrar "ojos de perro azul" pintado en algun lugar.

 
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