martes, agosto 15, 2006

La publicidad, radiografía nacional

La publicidad, radiografía nacional

Por Carlos Rodrigo F. Sáenz

Niños que se comportan como patanes insolentes ante la complaciente mirada de una madre que adora ser esclava; un fulanito adicto al Internet usando su rapidísima conexión a la web a fin de “dorarle la píldora” a una chamaquita y así tener una conquista obra y gracia de su veloz hipocresía; un gañan que se finge mesero de un antro pues prefiere engañar a su novia que andar con ella; angustiados sexuales que se rocían de desodorante con la pretensión de tener sexo fácil; mujeres que su autoestima radica en ser criadas de lujo y objetos de ornato… Y así, si nos tomamos la molestia de encontrar el común denominador de la publicidad televisada, nos daremos cuenta de que proponen una sociedad de imbéciles carentes de ética, fraudulentos alevosos, y miserable gente perdida en el pseudo valor de la cosificación.
En la “realidad” miramos pululando por doquier gente tirando basura en las calles, pasando semáforos en rojo, ufanándose de su socarrona infidelidad, y de plano ostentando un egoísmo arrollador, que si de milagro percibe al próximo, será para sacarle provecho o satisfacer grotesca y nacamente su animalidad. Gente que se auto denigra optando por ser gentuza, pues ser gentuza, piensan taradamente, les autoriza a estar por arriba del civismo, las leyes, la pulcritud y todo valor que sustenta a la sociedad. Para mucha gente la miseria es el vehiculo, la justificación y la garantía de la impunidad. La miseria a la que refiero es de índole moral, intelectual, y hasta espiritual.
“La isla del doctor Moreau”, o algo así, se llama la película donde un científico loco, para variar, se pone a fabricar monstruos, ya le salgan idiotas, malévolos, o con cualquier tipo y grado de taras ni le importa, lo que quiere es crearse su paraíso y ser él el dios miserable de los aberrados habitantes de la isla. Mientras el científico tiene el poder de la situación, goza de su dominio sobre sus abyectas criaturas, pero tarde que temprano se le salen del huacal y se arma un desmadre que acaba con todo.
Entre la ineptitud gubernamental que pone de ejemplo el éxito como fruto de la corrupción y no del mérito y esfuerzo honestos; la publicidad (y lo que propone en si la televisión), de que tener y parecer son mejor que ser; y la nefasta impunidad, la incivilizada convivencia social, y una depredación “justicialista” confundidos con reclamo social, donde se vale la trampa, la mentira, el engaño y todo lo peor con tal de obtener lo que uno quiere (a costa de la ingenua estupidez ajena) es que México continúa revolcándose gustoso en su propia mierda.
Imaginemos un comercial en televisión, donde al grito de “ ´ora si, marranos, aviéntese que hay mierda”, corre obedientemente todo un pueblo carente de metas creyendo que eso los salvará de la mierda. Triste, ¿verdad?



Comments:
Tu artículo nos demuestra que los lugares comunes no lo son tanto cuando nos tomamos la molestia de explorar un poco más allá de la superficie, en lo que parece contidiano y por lo tanto aceptamos sin chistar. La violencia que recorre como un fantasma nuestro mundo y se cuela hasta en nuestra intimidad más profunda.
Tu estilo aguerrido se agradece.
 
En la “realidad” miramos pululando por doquier gente tirando basura en las calles

Pues dónde vive este señor?
 
Pues creo que vive en la ciudad de México, y tú dónde vives?
 
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