martes, agosto 29, 2006

La fotografía: ¿desaparecerá la magia?


Por Miriam Badillo

“La cámara con su poder de absorber luz y convertirla en sustancia, siempre le ha parecido un artefacto más metafísico que mecánico. Su primer trabajo de verdad fue como técnico de cuarto oscuro; y su mayor placer siempre lo obtuvo trabajando en el cuarto oscuro. Cuando la imagen fantasmal aparecía bajo la superficie del líquido, cuando las vetas de oscuridad del papel empezaban a entretejerse y hacerse visibles, él experimentaba a veces un pequeño temblor de éxtasis, como si estuviera presente en el día de la Creación”
J.M. Coetzee, Hombre lento
La fotografía siempre me ha atraído de un modo misterioso, al menos desde la adolescencia. Tengo guardada, casi intacta, una revista de Saber Ver, edición especial de fotografía, de 1993. Recuerdo que la leía una y otra vez y que me fascinaba contemplar las reproducciones, sobre todo las de daguerrotipos. En casa había una cámara de 110 milímetros. El álbum de mi familia y todos los recuerdos de mi infancia y adolescencia están compuestos por las fotos mal tomadas con esa camarita negra, rectangular. Creo que es el caso de muchos de nosotros.
En esa misma época yo hice algunos intentos artísticos con esa misma cámara, sin embargo es un hecho que la fotografía es un arte que requiere recursos económicos, por mínimos y caseros que sean: los rollos de película y el revelado. De modo que en aquellos años no tenía muchas posibilidades de seguir intentándolo, es más no sé ni como obtuve el dinero para comprar aquella revista.
Fue hasta la universidad que pude tomar un cursito de foto, sin embargo las tomas fueron hechas con una cámara no profesional cuya única virtud era la presencia de un zoom de medianos alcances. Aprendí a revelar y a imprimir, sin embargo. Así que por lo menos tuve acceso a los placeres del cuarto oscuro, a la magia de la aparición liquida de la imagen en el papel, momento que me parece insustituible.
Pero bueno, ¿a que viene todo esto? En los últimos meses he tenido, finalmente, la posibilidad de entrar al mundo de la fotografía de un modo mucho más intenso, con cámara reflex y ciertos recursos para trabajar en mis imágenes: papel y película. Es decir todo aquello necesario para practicar lo que llaman fotografía analógica. Y me he encontrado de frente con una situación que es lo que me gustaría comentar: la inminencia de la fotografía digital.De modo que al parecer los que estamos iniciando nuestro encuentro con la fotografía analógica somos algo así como los últimos mohicanos. Pronto nuestras camaritas reflex tradicionales serán curiosidades de museo de pueblo.
En primer lugar debo aclarar que no creo que uno deba resistirse a los avances de la tecnología así nomás porque sí. Por otro lado, creo que en el terreno de las artes cada caso es diferente y el destino de cada una frente a las nuevas tecnología será diverso.Pero, en este caso, algo que ha llamado poderosamente mi atención es la velocidad con que lo digital está ganando espacio en el ámbito de la fotografía. Las herramientas para hacer foto analógica se han encarecido increíblemente y al parecer todo indica que desaparecerán por completo uno de estos días (o por lo menos en México así se mira). No siento un rechazo gratuito ante la fotografía digital, por lo contrario debo aclarar que las cámaras digitales profesionales son las versiones modernas de nuestras dinosáuricas reflex profesionales tradicionales. El fotógrafo sigue construyendo su imagen a voluntad, si trabaja con el modo manual claro está. Y por su lado las cámaras digitales no profesionales (comunes, por más alcances pixelísticos que tengan) son las versiones modernas de nuestras más que dinosáuricas 110 mlm. o instamatic o de bolsillo. Así que por ese lado no hay bronca, esa parte del proceso de la fotografía profesional se mantiene.
Ahora bien, lo que me inquieta son los cambios de la segunda parte del proceso, la obtención final de la imagen. En la digital las fotos son paridas a través de la computadora y su herramienta estrella, el photo shop. Debo decir que desconozco el manejo y los alcances de tal programa en cuanto al trabajo con la imagen, sin embargo puedo asegurar que jamás, nunca de los nuncas podrá compararse con el trabajo artesanal, los cálculos casi infinitesimales que uno debe hacer y la sutileza, la sensibilidad que uno debe poseer para trabajar las imágenes, centimetro a centimetro, en el cuarto oscuro, con la piel. Y perdonen pero creo que no es ningún romanticismo o arcaísmo inútil o necio, es una diferencia tangible, innegable. El resultado de ambos procesos no tiene punto de comparación, lo siento pero no. Eso es lo único que debe quedar bien claro aunque sepamos que lo digital es lo que viene y no se puede negar.
Así que me encuentro ante esa disyuntiva y el temor de que la fotografía analógica desaparezca por completo uno de estos días. Además me extraña y me sorprende que no exista una resistencia o una mayor convicción por parte de los fotógrafos profesionales. ¿Será que la fotografía nunca fue un arte lo suficientemente extendido? ¿Qué fue un reducto de algunas almas dispersas y con los medios de practicarla por placer?
No sé, son suposiciones.Creo, sin embargo que lo que pasa más bien es que la fotografía es un medio principalmente utilizado en el ámbito comercial, publicidad sobre todo. En esos medios se entiende que lo digital tome un lugar privilegiado, y sé que habrá que entrarle necesariamente, pero por lo visto de paso se llevará entre las patas a esa otra cosa mágica, maravillada que también es la fotografía.

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