martes, enero 13, 2009



RUDO Y CURSI. LAS FÓRMULAS PROBADAS.

Por Dario Basavilbaso

Que tres productores destacados se junten para hacer una película no quiere decir que ofrezcan un trabajo extremo en atributos. Que una película con buena dosis de lugares comunes, de una estructura narrativa básica; de actores probados; de un humor simple y de un tema seguro, tampoco quiere decir que sea una película desdeñable como tantas producciones locales. El público mexicano es complejo, un espectador con formación telenovelera y en el mejor de los casos con cine de tema underground puede dar sorpresas; esto tal vez lo sepan los llamados tres caballeros (Iñarritu, A. Cuarón, del Toro) mexicanos destacados que han superado la enfermedad congénita del cineasta nacional: la autocomplacencia.
Rudo y Cursi aborda la vida de dos hermanos provincianos que se enfrentan al cosmopolita y demoledor ambiente del fútbol profesional con sus mundos paralelos (placeres, ostentaciones y exhuberancias). Donde la apariencia toma su forma primordial y el que parece héroe es villano y el villano, redentor. Un poco a la manera del cine de Woody Allen la suerte es de quien no la busca (al principio).y allí se desencadena la comedia que no lo es del todo.
Ser pueblerino implica un estigma permanente, sin caer totalmente en el drama, C. Cuarón opta por ver esto con humor y tomando todos los rasgos del naco (las predilecciones, los gustos, el lenguaje, los detalles) como parte de su estrategia narrativa. También el argentino se incluye en los paradigmas nacionales, como lo fue en su momento el español o todo aquel extranjero voluntarioso que pisa esta noble tierra. Finalmente estamos ante una autocrítica disfrazada y a quién no le gusta reírse de si mismo.
Los momentos de humor son ligeros, continuos, ningún detalle implica un esfuerzo por entender de qué se ríen los demás.
Hay una analogía permanente entre el fútbol y la vida que sirve como entreacto para dar pie a las situaciones que capitulan el desarrollo de la película.
La actuación de Diego Luna es sobresaliente, García y Fracella no dejan lugar a dudas. La Fotografía de Addam Kimmel no sobresale ni tampoco queda a deber. En términos generales estamos ante un filme que no es ambicioso pero tampoco mediocre, es una película que será recordada porque no lo busca.



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